Lisboa 2024: último día y regreso a Sevilla (29/03/2024 - 30/03/2024)

Índice de entradas del viaje a Lisboa de la Semana Santa de 2024: click aquí.

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Estoy ya tranquilita en el sofá de mi casa… Con muchas cosas que hacer, pero bueno… En el sofá de mi casa.

No obstante, aparte de la entrada índice del viaje, quería escribir algo sobre mi último día en Lisboa y el regreso a Sevilla, aunque sea una entrada cortita, ya que tampoco hay mucho que contar.

El viernes, como también daba lluvia y yo estaba ya cansada debido a todo el trote de la semana, pues la verdad es que me quedé en el hotel, salvo cuando salí al Auchan para tener algo que cenar por la noche y cuando fui a almorzar al italiano.

Lo más “relevante” que me pasó durante el día, fue una anécdota tonta que me ocurrió en el italiano. Me pedí una lasaña, y cuando me llegó, estaba dentro de un recipiente de barro que a su vez estaba encima de un plato normal. Pues bien, el recipiente de barro estaba ARDIENDO. Sé que es algo muy habitual, me han hecho en muchos restaurantes a lo largo de mi vida lo de ponerme un recipiente que quema una barbaridad, supongo que recién sacado del horno, en lugar de la comida directamente en el plato.


Seguro que a mucha gente eso le encanta, y tendrán sus razones… Pero yo lo odio, porque me perturba mucho comer con miedo de que si rozo con la mano el recipiente, me achicharro.

Lo que yo hago en estas situaciones es sacar como puedo la comida del recipiente y echarla en el plato normal que traen debajo. Pero claro, es complicado, porque te quemas… Y bueno, yo usando como protección cutre las servilletas de papel (no ayuda mucho, pero mejor que directamente con las manos es), lo que hice fue darle la vuelta al recipiente para que cayera la lasaña en el plato.

El “problemón” fue que después no conseguía quitar el recipiente de encima. La camarera me vio peleándome con la situación, vino corriendo con cara de espanto, se llevó el plato con la lasaña y el recipiente encima y se metió en la cocina rauda y veloz. No me dio tiempo de decirle nada, pero asumí que iban a quitar el recipiente en la cocina, con guantes para horno o algo… Así que por mí, perfecto.

Después me empecé a dar cuenta de que tardaba mucho en volver… Y cuando por fin volvió, traía otra vez la lasaña metida en el recipiente con el plato normal debajo. Me debió notar la cara de decepción, porque me preguntó si quería la lasaña en el recipiente o en un plato, a lo que le respondí que en cualquier cosa que estuviera fría, así que se volvió a ir con la lasaña.

Volvió con ella, y la traía esta vez en un plato, pero más decorado que el anterior.


La anécdota es muy tonta, pero tenía ganas de contarlo. Sobre todo, porque me imagino a la pobre camarera contándoselo a sus amigos: “ayer en el trabajo, vino a comer una clienta muy bruta que…”.

El resto del día estuve vagueando en el hotel. Me duché, vi vídeos de YouTube, y puse la alarma a las 3 de la mañana, para hacer la maleta y el check out, ya que tenía reservado el Uber para el aeropuerto a las 4:30AM del sábado. Conseguí dormir, lo que no sé es cuántas horas, pero menos de las que me hubiera gustado.

Hice la maleta y el check out a la hora correspondiente. Eran las 4.10AM, cuando ya estaba esperando tranquilita en un sillón de la entrada del hotel, con el equipaje, preparada para cuando llegase el Uber.

Sobre esto también quiero contar algo. El Uber llevaba una semana reservado, y nunca había tenido problemas en otras ocasiones, pero ésta ha sido la primera vez que tenía reservado uno eléctrico… Y he tenido problemas.

Cuando reservas un Uber, te dan la opción de elegir el tipo de vehículo, y cada uno tiene un precio diferente. Es decir, no es que elijas exactamente la marca y el modelo, ni quien te recoge, pero sí que eliges ciertas características del mismo… Como por ejemplo, si es un coche normal o un familiar. Imagino que el familiar tendrá más plazas y más espacio para equipaje.

Pues bien, en el momento de hacer la reserva, vi que salía más barato uno eléctrico que uno normal, así que lo elegí. Pero claro, hay menos disponibilidad de este tipo de vehículos, así que yo estaba con la mosca detrás de la oreja. Sobre todo, porque suelen llegar 10 minutos antes, y a las 4:23AM veía que no sólo no había llegado, sino que no se veía movimiento en la app de que realmente estuviese viniendo.

Intenté contactar con el conductor y me canceló el viaje, por lo que entré un poco en pánico. Afortunadamente, unos segundos después, vi que simplemente mi reserva había cambiado de conductor, y esta vez sí que estaba viniendo.

A partir de ahí, ya todo transcurrió con normalidad. Vino, me recogió y me dejó en la terminal 2 del aeropuerto de Lisboa, que es de donde salió mi vuelo de regreso. No obstante, lo siento mucho por el planeta, pero por mucho que sea más barato y ecológico, no volveré a reservar un vehículo eléctrico. A partir de ahora, cuando reserve un Uber, serán coches normales.

A partir de ahí, todo normal y en hora: facturé la maleta, me fui a los controles de seguridad… Bueno, en los controles tardé un poquillo porque se me olvidó que tenía una botellita de agua en la mochila, lo cual no está permitido. He volado miles de veces, y sé que no lo está, por supuesto, pero se me olvidó que la llevaba. Por lo demás, todo bien.

Al embarcar, nos tuvieron mucho tiempo esperando en la cola, no sé cuánto sería, pero a mí por lo menos, se me hizo muy largo. Pero bueno, luego el vuelo fue cortito, porque entre Lisboa y Sevilla los vuelos son cortitos, claro.

Ya en el aeropuerto de Sevilla, también hubo una pequeña eventualidad, ya que se estropeó la cinta de las maletas por la cual estaban saliendo las de mi vuelo, pero no tardaron en arreglarla, y luego mi maleta tampoco tardó en salir. Tomé un taxi hasta mi casa y… Aquí estoy. He desayunado en un bar cercano, he dormido un poco, he hecho un pedido al super que me llega el lunes porque estoy en mínimos… Y a partir de ahora, vuelta a la rutina.

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