Suelo escribir estas cosas cuando estoy
de mal humor. Afortunadamente para mí, no es el caso en este
momento, pero tenía por ahí guardadas ciertas reflexiones de una
ocasión (bueno, en realidad he pensado esto que escribí en muchas ocasiones) en la que sí lo estaba, y no quería
dejar pasar más tiempo antes de publicarlas.
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He notado que, cuando debates sobre lo
que sea con alguien, hay dos tipos de interlocutores: los que dicen
lo que piensan desde el respeto y de una forma prudente (es decir,
sin intención de ofender) y los que lo dicen pensando que lo mejor
es parodiar o ridiculizar el punto de vista o la situación de la
otra persona, porque piensan que de esa forma "ganan" la
discusión. Y si la otra persona se ofende (como es lógico),
entonces creen que es él/ella quien no les comprende o tiene una
pataleta. Es más, hay gente que se cree más valiente, sincera o
transgresora por decir las cosas con sarcasmo o simplemente con
cierta rotundidad fuera de lugar (poco tacto) porque confunden el
respeto con timidez/cobardía.
En realidad, el tema del sarcasmo o la
burla está muy trillado, por lo que creo que es más interesante
para mí desahogarme con el tema de la rotundidad. Conste que no me
refiero a ser rotundo ante una pregunta inocente. Responder a la pregunta "¿te gusta el
chocolate?" con un simple "sí" o un simple "no" es
ser rotundo, pero es que es lo lógico. Me refiero concretamente a
ser rotundo en una discusión entre dos personas. Es decir, defender
tu postura sin ningún tipo de pudor sobre lo que pudiera pensar o
sentir tu interlocutor. Tampoco me refiero a mostrar una prueba de
algo sin intención de perjudicar, sólo como aportación a la
discusión. Me refiero, que quede claro, a tratar los aspectos sin
ningún ánimo de intercambiar ideas, sino de imponer las de uno.
¿Ser rotundo al afirmar o negar algo
en una discusión es bueno o malo?
Pues, salvo situaciones puntuales en
las que lo que uno afirme o niegue sea una barbaridad a los ojos de
su interlocutor y coincida con que éste último tenga un carácter
fuerte, suele ser bueno para uno mismo. La gente tiende a admirar a
las personas que no titubean, las que nunca sueltan un "yo creo"
o "yo pienso" y que, en cambio, le echan el "valor"
de soltar lo que piensan como si ello tuviera que ir a misa sin
discusión. Es de lo más común: las personas con dotes de liderazgo
o con facilidad para hacerse respetar suelen ser aquellas
que no dejan aplastar sus convicciones, pero por desgracia suelen conseguirlo
aplastando sutilmente las de los demás.
Es más, a veces es una estrategia...
Para quedar bien, hay gente que impone su opinión sobre la de
alguien, con el objetivo de hacerse ver más inteligentes o con más
cojones delante de terceras personas. No es que la gente sea así de
retorcida, es una especie de instinto.
Pero es casi peor cuando no se trata de
una estrategia, cuando alguien realmente cree que lo que piensa
siempre va a tener más valor que lo que piense otra persona. Y peores aún son quienes admiran a esas personas justo por ser así (eso lo
hace la inmensa mayoría de la gente, sin darse cuenta). Cuanto más
tajante sea una persona, más ¿miedo? ¿respeto? produce en los
demás. Cuanto menos impositiva intente ser, menos reparos habrá en
no tener en cuenta su punto de vista.
Todos alguna vez hemos actuado así con
alguien de confianza, lo grave es cuando nos tomamos dicha confianza
con alguien sólo porque sabemos que somos capaces y no nos importa
si es ético o no, sólo importa que no habrá represalias que nos
causen verdaderos problemas. Para mí, la peor falta de respeto es la
más sutil.
Hay veces que una persona dice algo y
es una genialidad, pero si lo hubiera dicho otra, sería una
reverenda tontería. Esto es justo por esa diferencia de percepción
que tenemos entre lo que diga una y lo que diga otra, las llamadas
"barreras emocionales".
Es humano y normal no sentir la misma
empatía hacia unas personas que hacia otras. Lo verdaderamente
reprochable es creerse con derecho a menospreciar tajantemente la opinión de alguien, aunque sea de forma sutil e ingeniosa, para obtener
el beneplácito de terceras personas o porque realmente le consideremos inferior. Es ahí cuando en lugar de
buscar establecer un debate interesante, se está buscando utilizar a
alguien de bufón. Aunque no me refiero a casos en los que se deja claro que no interesa debatir (porque ambos tengan una opinión más que clara y además no les interese intercambiar ideas) y la otra persona insista en sacar de quicio, porque entonces viene siendo él/ella quien se la busca, claro.
Por pasar, pasa hasta con los personajes de ficción.
Recuerdo una serie (Los Soprano) que dejé de ver justo porque me ponía enferma la
actitud del protagonista y, sobre todo, la reacción de la audiencia de la serie ante dicha actitud. No lo digo porque
fuera mafioso, sino porque se le admiraba y respetaba sin
motivo... ¿Sin motivo? Nah, claro que había motivo. Ese
personaje gustaba (menos a mí, que le odio) porque hacía lo que le salía de los cojones y nadie tenía
derecho a toserle aunque él decidiera escupirles.
Algo parecido pasa con House, sólo que es otro estilo diferente. Tony Soprano vendría a representar la "rotundidad", el ser tajante e intransigente (aunque quizás sería más apropiado elegir un ejemplo en el que no estuviera la mafia de por medio, porque ya entra en juego el factor de la integridad física xD). House representa el sarcasmo.
Algo parecido pasa con House, sólo que es otro estilo diferente. Tony Soprano vendría a representar la "rotundidad", el ser tajante e intransigente (aunque quizás sería más apropiado elegir un ejemplo en el que no estuviera la mafia de por medio, porque ya entra en juego el factor de la integridad física xD). House representa el sarcasmo.
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